Es la presencia del amor incondicional. La Madre Arquetípica da la vida.

Y cuando es el momento de soltar algo:

ya sea un patrón antiguo, una relación, o una mascota, ella está dispuesta a dar muerte, para poder crear más vida. Nos sostiene y nos enseña a hacerlo cuando es la hora de seguir adelante.

Descubre la energía en tu cuerpo, lo que evoca esta energía en ti, sin intentar cambiarlo.

Reconoce esta energía con atención, no hay nada que hacer, nada que buscar.

La Madre Arquetípica es nosotras sabe que todo es sagrado, que no hay nada que eliminar.

Sabe esperar. Sabe cómo estar en el vacío, en el útero,

el lugar entre el aquí y allá.

Es a la vez el útero y la tumba.

Es la Guerrera en ti quien puede llevar a cabo un plan.

Es ella quien cumple sus compromisos – incluso los más pequeños – pues sabe que sirve a un compromise mayor

Todo eso es importante.

Elige sus batallas; y, conectada con la Fuente, se presenta íntegra ante sus oponentes, recibiéndolos profundamente enraizada.

Puede encontrarse ante su rabia y furia, sentirlas produndamente, hasta su núcleo, y aún así actuar desde este lugar enraizado.

¿Puedes sentir su fuerza, su enfoque , su voluntad de servir a la verdad y su determinación para distinguirla, pase lo que pase?

¿Puedes sentir su voluntad de proteger la vulnerabilidad de la niña?

La parte de la Guerrera en nosotras está dispuesta a enfrentar su miedo y su terror.

Tiene coraje, que no es ausencia de miedo, sino la capacidad de reconocerlo y estar dispuesta a sentirlo en el cuerpo.

La Amante se rinde a su corazón. Conoce la profundidad de su dolor y la profundidad de su éxtasis.

Está comprometida con la compasión.

La apertura a sentir el dolor del otro, sin tomarlo como propio.

La Amante en nosotras está dispuesta a sentir todo el espectro de las emociones, y honra las necesidades de su cuerpo.

Es quien anhela la comunión profunda con el otro, ya sea con la naturaleza, los animales o con otra persona.

Es la pasión de la Amante la que guia el camino espiritual; y es su anhelo el que lidera este viaje.

Es la amante en nosotras quien disfruta engalanándose con pendientes , bellas ropas, terciopelo…le encanta la belleza y la aprecia en todas partes. Le encanta decorar su espacio.

Está abierta a ver su propia belleza, la belleza que es.

Ha aprendido a trabajar con las energías de transformación para sí misma, y elige cuando compartirlo con los demás.

Está abierta a los misterios de la muerte y la vida.

A la Chamana en nosotras le encanta lo desconocido y sabe cómo responder a ello, no con temor sino con entusiasmo. Sabe que en el encuentro con lo desconocido conecta con lo divino.

Se sabe a salvo y confía en su conexión.

Sabe reconocer las voces de la intuición. Cuando pide guía confia plenamente en la orientación que recibe incluso, cuando a su mente le parece una locura.

Su alineación es con lo divino, incluso si choca con la convención o con lo que otras personas piensan; ella está dispuesta a parecer loca, camina al límite.

Tampoco teme decir la verdad, aun cuando a nadie guste.

Ella, que ve más allá de las apariencias, está dispuesta a ser guiada por la Fuente, sabe cómo rendirse y dejar que las cosas se desmoronen y se abre a recibir una realidad más profunda.

La chamana se compromete con lo divino aunque por ello choque con lo convencional o con lo que otras personas puedan pensar. Asume la posibilidad de parecer loca, ella camina en el borde del abismo sin miedo .

Su conciencia está sintonizada con la presencia divina y sabe como conectar con esa presencia,… quizá a través de rituales, o quizá con altares en su casa, quizá con conchas y caracolas, o velas, o con una fuente en su jardín…

Quizás solo con una respiración profunda.

El Shamana es una parte instintiva natural de nosotros, y ella ya no tiene que esconderlo ni temerlo. Y ella está dispuesta a resistir si se le cuestiona.

La Chamana está profundamente conectada con la anciana sabia que siempre ha sido, sabe conectar con el rio de la sabiduria y recibir guía.